Desnuda en la urbanización
Desde hace un año Carlos y yo vivimos en una urbanización muy cerca de la playa, en Valencia. Todo esto sucedió en verano, mi marido trabajaba esasemana por las noches, hacía bastante calor y a pesar de tener todas las ventanas abiertas y de estar desnuda por casa, estaba sudando y era incapaz de quedarme dormida, como no había forma de dormir se me ocurrió dar un paseo hasta la playa, a lo mejor me cansaba y conseguía, por fin, conciliar el sueño. Me puse un micro bikini de Wicked Weasel, una camiseta que suelo usar para estar en casa, unas sandalias y salí a la calle.
Paseé por la calle solitaria de la urbanización hasta llegar a la playa, que estaba prácticamente a oscuras, sólo alumbraba la luz de la luna y unas pocas farolas que alumbran el paseo. Entré en la playa y fui hasta la orilla, después de descalzarme me senté en la arena, y chapotee en el agua con los pies. el agua estaba agradablemente fría. decidí quitarme la camiseta y estuve más de media hora nadando en plena oscuridad, después salí del agua y pasee un rato. Más tarde intenté localizar la camiseta, pero al estar tan oscuro me estaba costando trabajo. Me dio morbo pensar que para volver al chalet tendría que atravesar toda la urbanización con un bikini minúsculo. Después de un rato buscando la camiseta no logré encontrarla, no sabía que hacer, sin embargo la idea de volver a casa con el micro bikini me daba reparo y a la vez me excitaba, no tenía más remedio que volver con el bikini, me armé de valor y me volví a casa, por suerte no me crucé con ningún vecino en mi camino de vuelta a casa.
Cuando llegué al chalet me quité toda el bikini en la cocina, metiéndolo en la lavadora. Subí al dormitorio desnuda y me quedé unos instantes delante de la ventana abierta. Sabía que con la luz apagada nadie se daría cuenta de que estaba desnuda, solo verían una silueta borrosa. me sentí un poco exhibicionista. Me fuí a la cama y como siempre dormí desnuda.
Al día siguiente le conté a Carlos lo que me había sucedido la noche anterior, a el le gusta que vista con poca ropa o con ropa muy corta, le excitó la situación de imaginarme andando por la urbanización con ese minusculo bikini, (en la sección de “fotos” podeis ver cual es), me dijo que podría repetirlo alguna vez más, hablando de esa situación nos pusimos cachondos y acabamos follando en el sillón, la planta baja del chalet se podía ver desde la calle si alguien aupaba un poco, y eso nos excitaba aun más.
La noche siguiente no hacía menos calor, miré el reloj, comprobando que eran poco más de la una de la madrugada. se me había hecho tarde leyendo, entonces recordé lo que había disfrutando nadando a oscuras en la playa, sin dudarlo me puse una camiseta que apenas cubría medio culo y salí del chalet.
Llegué hasta la playa y en esta ocasión se me ocurrió desnudarme por completo para nadar, La sensación de notar el agua fría directamente en los pechos, las nalgas, es algo maravilloso. Hubiera deseado quedarme allí toda la noche, pero tenía que dormir un poco o al día siguiente me resultaría imposible madrugar. pasada una hora decidí volver al chalet, pero esta vez solo me puse la camiseta y las sandalias, paseando por la calle con la ropa interior en la mano. Me encantó notar mis tetas moviéndose libremente debajo de la ropa y la sensación de tener medio culo al aire. Antes de entrar en el jardín me subí un poco la camiseta, quedándome durante unos metros con el culo al aire antes de entrar en casa.
La experiencia me había resultado tan excitante que decidí repetirla una noche más. La noche siguiente me puse la misma camiseta, pero esta vez sin nada debajo, solo las szapatillas. Así fui hasta la playa, y una vez allí me metí desnuda en el agua, dispuesta a hacerme unos cuantos largos, pero el cansancio pudo más que mi deseo de nadar y preferí tumbarme en la arena.
Notando la suavidad de la arena en la espalda y en las nalgas, con los ojos cerrados, me imaginé que había más gente paseando por la playa, mientras yo exhibía mi cuerpo desnudo delante de algunos bañistas nocturnos, Podía ver la mirada llena de deseo de esos hombres que no dudaban en pararse a mi lado para mirarme, mostrando el bulto de sus miembros erectos debajo del bañador.
Estaba tan excitada que hice algo que solo unos días antes no me habría atrevido. Cogí la camiseta en la mano y volví al chalet llevando puestas solo las zapatillas. Los pechos se me movían de la misma manera que la noche anterior, pero esta vez podía vérmelos al aire en plena calle poniéndome más caliente todavía. Iba mirando a los chalets, alineados a ambos lados de la calle, comprobando que todas las ventanas tenían la luz apagada, aunque no me hubiera importado que alguna de ellas se hubiese encendido. Aquello le habría añadido un poco más de picante a la situación.
Al día siguiente después de comer me tumbé en el sofá, desnuda. por la noche estuve leyendo hasta la una de la madrugada, mi hora favorita.
Me levanté del sofá y mi primera intención era ponerme las zapatillas e ir hasta la playa con la camiseta en la mano, pero en un impulso repentino, se me ocurrió dejar la camiseta en casa y salí a la calle desnuda. Mientras paseaba bajo la luz de las farolas me daba cuenta de que iba completamente desprotegida, si me encontraba con alguien no tenía nada de ropa con la que taparme; tendría que ocultar mis partes más íntimas con mis propias manos. me di cuenta de que solo podría tapar mis pechos, dejando el coño al aire.
Llegué hasta la playa sin encontrarme a nadie por el camino, después de estar nadando y chapoteando en el agua durante más de dos horas, volví al chalet andando tranquilamente, disfrutando de mi desnudez, me sentía realmente excitada, el paseo me resultó muy corto.
Estos paseos nocturnos me gustaron tanto que los repetí varias veces durante el verano, afortunadamente (o no), nunca me crucé con ningún vecino.